Liturgia

Comentario del evangelio del domingo 10.03 o 1º TC

Queridos amigos:

Lo más importante del evangelio de este primer domingo de Cuaresma (Lc 4, 1-13), no son tanto la tentaciones de Jesús cuanto la decisión que tomó de iniciar su ministerio de Mesías. Eso y el Espíritu Santo, que lo acompañó y lo sostuvo en el desierto y lo guió después (Lc  4,1. 14). Ciertamente los sinópticos, sobre todo Mateo (4, 1-11) y Lucas, nos cautivan con su relato de las tentaciones. La astucia del diablo, las tentaciones que le pone a Jesús (tan parecidas a las que nos pone a nosotros), la salida airosa de Jesús en cada una (acudiendo a la Palabra de Dios), la derrota final del diablo, son tan cautivantes que nos dejamos atrapar por el relato, y no vemos más allá. Ni la intención última del tentador ni el resultado último de la tentación: apartarnos de Dios, y suplantarlo por otras cosas.

En el caso de Jesús lo que el tentador busca, no es tanto hacerle caer en una u otra cosa, sino en desviarlo de su misión, hacer que deje o desvirtualice su Plan de Mesías; hacer que acepte la lógica y el estilo de vida del mundo y no los de Dios. No pudo lograrlo, como sí lo había conseguido con nuestros buenos padres Adán y Eva. Como entonces, lo malo en nuestros días no es tanto el que nos haga caer en alguna tentación. Lo realmente malo es que en cada caída damos un paso hacia fuera del camino de Dios, luego prescindimos cada vez más de Dios, y terminamos endiosando nuestras apetencias (carnales, de empoderamiento, de fama), y/o a nuestro ego.

“No nos dejes caer en la tentación…”, nos enseñó a rezar Jesús en el padrenuestro. En nuestro caminar hacia Dios tenemos que mirar siempre las tentaciones como un reto a vencer, como un posible triunfo-trofeo para Dios y para nosotros mismos. A veces nos preguntamos ¿por qué cuando me propongo ser mejor, arrecian las tentaciones y se me complican las cosas? Simplemente, porque el diablo se alarma cada vez que alguien se propone ser bueno de verdad. Al diablo no le preocupó Jesús en su “vida oculta” (30 años) ni en cuando fue al Jordán a bautizase. Le preocupó sí, cuando llegó al desierto para salir y actuar como el Mesías (Lc 4, 13)

Los 40 días de Jesús en el desierto, superando todos los problemas, son un eco de los 40 años de su pueblo Israel por el desierto, que lo llevaron a la Tierra Prometida. A Jesús lo llevarán al triunfo de su Resurrección, gracias al Espíritu de Dios. Para nosotros deben ser un recordatorio y un estímulo en la opción que tenemos que hacer de realizarnos como personas, según y con Jesucristo, dejándonos llevar siempre por el Espíritu del Señor.

LECTURAS

TIEMPO DE CUARESMA

PRIMERA LECTURA

Profesión de fe del pueblo escogido

Lectura del libro del Deuteronomio      26,  1- 2.  4- 10

        Moisés habló al pueblo diciendo:

Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor tu Dios para constituirlo morada de su nombre.

– El sacerdote tomará de tu mano la canasta con las primicias y las pondrá ante  el altar del Señor, tu Dios.

Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:

“Mi padre fue un arameo errante, que bajó a         Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas.

Pero luego creció, hasta convertirse en una nación grande, fuerte y numerosa.

Los Egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud.

Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros Padres; y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.

El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y prodigios.

Él nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel.

Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor me has dado.

Tú depositarás las primicias ante el Señor tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 90, 1- 2.  10- 11.  12-13.  14- 15  (R.: 15b)

  1. Estás conmigo, Señor en la tribulación.

         Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente,

di al Señor: “Refugio mío, baluarte mío,

Dios mío, confío en ti.” R.

        No se te acercará la desgracia,

ni la plaga llegará hasta tu tienda,

porque a sus ángeles ha dado órdenes

para que te guarden en tus caminos. R.

Te llevarán en sus palmas,

para que tu pie no tropiece en la piedra;

caminarás sobre áspides y víboras,

pisotearás leones y dragones. R.

         “Se puso junto a mí: lo libraré;

lo protegeré porque conoce mi nombre,

me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,

lo defenderé, lo glorificaré”. R.

SEGUNDA LECTURA

Profesión de fe del que cree en Jesucristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 8- 13

        Hermanos:

La escritura dice:

“La palabra está cerca de ti: la tienes en tus labios y en tu corazón”.

Se refiere a la palabra de la fe que nosotros anunciamos.

Porque, si tus labios confiesan que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.

Pues con el corazón se cree para conseguir la justificación, y por la profesión de los labios se obtiene la salvación.

Dice la escritura:

“Nadie que cree en él quedará defraudado”.

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan.

Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”.

Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio  Mt.  4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,

sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

        Lectura del santo Evangelio según san Lucas  4.  1- 13

        En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras  era tentado por el diablo.

No comió nada durante esos días, y al final sintió hambre.

Entones el diablo le dijo:

– “Si tú eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”.

Jesús le contestó:

– Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”.

Después llevándole a un lugar más alto, el diablo le mostró en  un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

– “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo”.

Jesús le contestó:

– Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.

Entonces lo levó a Jerusalén y lo puso en la parte más alta del templo y le dijo:

Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también:

Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.

Jesús le contestó:

– Está mandado: “No tentarás al Señor tu Dios”.

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios. Él es generoso con todos los que lo invocan.

– Por la Iglesia; para que, fortalecida con el pan de la palabra de Dios, no  caiga en la tentación de confiar en poderes y medios extraños a su  misión en el mundo, roguemos al Señor.

– Por los grupos catecumenales y por todos los creyentes que toman en serio la catequesis de adultos; para que crezcan y maduren en                                                                                                   la fe, roguemos al Señor.

– Por los pueblos sub desarrollados, incapaces, por carencia de medios, de solucionar sus graves problemas; para que encuentren la ayuda fraterna de los países más desarrollados, roguemos al Señor.

– Por nosotros aquí reunidos, que hemos escuchado “no sólo de pan vive el hombre”; para que se nos despierte el hambre de la palabra de Dios, roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro, tu Hijo Jesucristo, el nuevo Adán, con su obediencia hasta la muerte de Cruz, ha merecido para todos el don gratuito de la amnistía; escucha ahora nuestras súplicas, perdona nuestras culpas y devuélvenos la alegría de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Comentario del evangelio del domingo 03.03. 2018 o 8º TO

Queridos amigos:

Continuando con las enseñanzas del Sermón de la Montaña, el evangelio de hoy (Lc 6, 39-45) nos ofrece dos parábolas, medio raras en su forma, que tienen que ver con la corrección fraterna, una obra de caridad tan valiosa como delicada. Se la practicó mucho entre los primeros cristianos y se la siguió practicando después. En nuestros días se la necesita más que nunca, justamente porque hay renuencia a darla y recibirla. Para que la corrección fraterna sea provechosa debe cumplir una serie de requisitos referidos al tiempo, el lugar, el fondo, el modo, la forma, etc. Pero entre todos ellos y por encima de ellos, deben primar los que Jesús nos pidió en las siguientes dos parábolas.

Primera parábola: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego?” Sería una locura, sobre todo en los caminos terrosos y llenos de hoyos de los pueblos de Israel. “¿Puede un alumno juzgar el saber de su maestro?” Sería una presunción, mientras no haya aprendido un plus de lo que él sabe. ¿Puede alguien, que no ve la viga que tiene en su ojo, decirle al hermano tienes una pelusa en el ojo, déjame que te la saque? Sería una hipocresía. La enseñanza de la parábola es que no se puede guiar, juzgar o corregir a otro si se está obcecado por el mal o se es orgulloso e hipócrita. Esto no quiere decir que sólo puede juzgar y corregir el que es perfecto. Puede hacerlo quien no está obcecado por el mal, contra el cual lucha o no lo permite en su persona. Sólo entonces la corrección fraterna será caridad fraterna.

Segunda parábola: está estrechamente relacionada con la anterior, y nos dice lo que necesariamente ha de tener quien se siente obligado o llamado a corregir a alguien: un familiar, un amigo, un compañero, un cohermano, etc. No solo debe estar despegado del mal sino que, positivamente, debe ser como el árbol bueno, del que habla Jesús (Lc 6, 43-44), que es y se le ve sano, y da siempre buenos frutos. Tener conciencia limpia y rectitud de intención -buscar de verdad y con gratuidad el bien del prójimo- son condición indispensable para dar un juicio o hacer una corrección a una persona.

El hombre-árbol se convierte ahora en hombre-corazón (Lc 6,45). Partiendo del dicho “la boca  habla de lo que el corazón tiene, Jesús pide otro requisito a quienes tengan que hacer una corrección, por obligación o por profesión. Deben tener un buen corazón y ser congruentes, es decir, que lo que digan sea lo que piensan y lo que hacen; y viceversa. Solo entonces la corrección será fraterna de verdad y provechosa, haciendo que el corregido se reecuentre consigo mismo y con la comunidad. Y retome el camino del Señor salvando su alma.

LECTURAS

DOMINGO VIII

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

No alabes a nadie antes de que razone

Lectura del libro del Eclesiástico   27,  4-7

        Al agitar el cernidor, quedan los desechos;

cuando el hombre habla se descubren sus defectos.

El horno prueba la vasija del alfarero,

el hombre se prueba en su razonar.

El fruto muestra el cultivo de un árbol,

la palabra, la mentalidad del hombre.

No alabes a nadie antes de que razone,

porque ésa es la prueba del hombre.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial   Sal  91, 2 -3.  13-14.  15- 16  (R.: cf. 2a)

  1. Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor

y tocar para tu nombre, oh Altísimo,

proclamar por la mañana tu misericordia

y de noche tu fidelidad.  R.

        El justo crecerá como una palmera,

se alzará como un cedro del Líbano:

plantado en la casa del Señor,

crecerá en los atrios de nuestro Dios. R.

        En la vejez seguirá dando fruto

y estará lozano y frondoso,

para proclamar que el Señor es Justo,

que en mi Roca no existe la maldad. R.

SEGUNDA LECTURA

Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por Jesucristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54- 58

        Hermanos:

Cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad, y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita:

La muerte ha sido absorbida en la victoria.

¿Dónde esta, muerte, tu victoria?

¿Dónde está muerte tu aguijón?-

El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley.

¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Así, pues, hermanos míos queridos, manténganse firmes y constantes.

Trabajen siempre por el Señor, sin reservas, convencidos de que su fatiga por el Señor no quedará sin recompensa.

Palabra de Dios.

Aleluya   Flp  2,   15d.  16a

Brillan ustedes como lumbreras del mundo,

mostrando una razón para vivir

EVANGELIO

De la abundancia del corazón habla la boca

        Lectura del santo Evangelio según san Lucas  6,  39 -45

        En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

– ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la astillita que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a u hermano: “Hermano, déjame que te saque la astillita del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la astillita del ojo de tu hermano.

No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno.

Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian uvas de los espinos.

El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios.

– Para que la Iglesia, comunidad de creyentes, denuncie el pecado del mundo, con el ejemplo elocuente de la santidad de vida, roguemos al Señor.

– Para que la sociedad evite el contagio del mal, que la corrompe y se sienta estimulada en la búsqueda del bien, roguemos al Señor.

– Para que cuantos ejercen la noble profesión de criticar y corregir a los demás sean justos y comprensivos en sus apreciaciones, roguemos al Señor.

– Para que no caigamos en la hipocresía que Cristo denuncia en el evangelio, y aceptemos la corrección de los demás, roguemos al Señor.

Concédenos, Señor, lo que te pedimos, lo que tu bien sabes que necesitamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Comentario del Evangelio del domingo 24.02 o 7° TO

Queridos amigos:

¿Han oído hablar de la Regla de Oro de la moral cristiana? Dice así: “traten a los demás como ustedes quieren que les traten a ustedes” Y se encuentra en Lucas 6, 27-38. Así, en positivo. Y no en negativo como la puso el filósofo y moralista M. Kant: no hagan a otros lo que no quieren que les hagan a ustedes. Está bien, pero no hacer el mal, no portarse mal, es lo mínimo que se puede esperar. Lo máximo, que enriquece y transforma la vida, es hacer el bien, hasta el extremo de “amar a los enemigos, hacer el bien a los que les odian, bendecir a los que les maldicen, orar por los que les injurian…”

¿Es esto posible? Con su ejemplo, Jesús nos mostró que sí y lo propuso como distintivo para sus discípulos. Su tarjeta de identidad. ¿Qué merito tiene saludar a quien te saluda, amar a quien te ama, dar a quien te da, hacer el bien a quien te lo hace a ti? Eso lo hacen también los pecadores, dice Jesús. Lo propio de un discípulo y seguidor Suyo, lo que le debe caracterizar, es “ser distinto” de los pecadores. Un cristiano no es uno más del montón, que hace lo que todo el mundo hace, sino alguien diferente en su buen comportamiento, al estilo del Señor.

Según san Mateo, la Regla de Oro de la Moral “encierra toda la Ley (la Torah judía) y todos los profetas” (Mt 7,12). Así lo confirmó Jesús. Por lo tanto encierra o incluye toda la Revelación, todo cuanto Dios habló al hombre y que apunta a amar al prójimo como a sí mismo. Tenerlo en alta estima y tratarlo como nos gustaría que nos traten a nosotros, es el hilo conductor que atraviesa la Biblia y la Historia de la Salvación. Jesús nos lo puso así: “…amar al prójimo como a nosotros mismos” ¿Quieren ustedes agradar a Dios y cumplir su voluntad? La respuesta es clara y terminante: “hagan a los demás lo que desearían que les hagan a ustedes”.

Decididamente la Regla de Oro de la moral humana y de la ética social es además la Regla de Oro de la Biblia en cuanto Palabra de Dios. Amemos, pues, al prójimo como nos amamos a nosotros. Entonces estaremos amando a Dios y cumpliendo sus mandamientos. Termino con este dicho de Jesús: “la medida con que ustedes midan a los demás, la usarán también con ustedes”. Dicho que debe hacernos pensar y, sobre todo, ser generosos en el amor al prójimo, usando con los demás una “medida generosa, colmada, remecida, rebosante” (Lc 6, 38)

LECTURAS

DOMINGO VII

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

El Señor te puso hoy en mis manos,

pero yo no quise atentar contra ti

Lectura del primer libro de Samuel  26, 2. 7-9.  12- 13.  22 -23

        En aquellos días, se levantó Saúl y bajó al desierto de Zif, acompañado de tres mil de los mejores soldados israelitas, para buscar allí a David.

David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa; Saúl estaba acostado durmiendo en el centro del campamento, su lanza clavada en tierra a su cabecera. Y en torno a él, dormían Abner y su ejército. Entonces Abisay dijo a David:

– Dios ha puesto hoy en tus manos a tu enemigo. Déjame que ahora mismo lo clave en tierra con la lanza, no hará falta repetir el golpe.

Pero David replicó:

– ¡No lo mates!, porque no quedará sin castigo quien atente contra el ungido del Señor.

David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un profundo sueño.

David cruzó a la otra parte, y se detuvo en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó:

Aquí está la lanza del rey. que venga uno de los muchachos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial   Sal  102, 1-2.  3-4.  8 y 10.  12 -13   (R.: 8a)

  1. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios. R.

         Él perdona todas tus culpas

y cura todas tus enfermedades;

él rescata tu vida de la fosa

y te colma de gracia y ternura. R.

        El Señor es compasivo y misericordioso,

lento a la ira y rico en clemencia;

no nos trata como merecen nuestros pecados

ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos;

como un padre siente ternura por sus hijos,

siente el Señor ternura por sus fieles. R.

 SEGUNDA LECTURA

Somos imagen del hombre terreno;

seremos también imagen del hombre celestial

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  45 -49

        Hermanos:

Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente. El último Adán en cambio es, un espíritu que da vida.

No es primero lo espiritual lo que primero aparece, sino lo animal. Lo espiritual viene después.

El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.

Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; iguales que el celestial son los hombres celestiales.

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios.

Aleluya  Jn  13, 34

Les doy un mandamiento nuevo

-dice el Señor-:

que se amen unos a otros, como yo les he amado.

EVANGELIO

Sean compasivos como es compasivo su Padre

        Lectura del santo Evangelio según san Lucas  6,  27 – 38

        En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– A los que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. Pues, si aman sólo a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen.

Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Más bien, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; tendrán ustedes un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sean compasivos como es compasivo su Padre; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: recibirán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Haciendo nuestros los sentimientos de David, que perdonó a su enemigo, y de Jesús, que oró en la cruz por sus verdugos, oremos a Dios Padre.

-Por todos los creyentes en Cristo; para que perdonándonos mutuamente, demos testimonio ante el mundo del amor y del perdón de Dios, roguemos al Señor.

– Por los que pretenden una sociedad fundada en el odio, en la lucha de clases, en la segregación racial, en la represión; para que descubran la fuerza del amor, roguemos al Señor.

-Por los que no saben perdonar, porque nunca han sido amados; para que descubran también la fuerza del amor, roguemos al Señor.

– Por nosotros, aquí reunidos; para que aprendamos a amar al que nos quiere mal y a hacer el bien a todos, sin esperar nada, roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, que no nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos pagas según nuestras culpas, escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 

Comentario del evangelio del domingo 17.02 o 6° TO

Queridos amigos:

¿Conocen la fórmula de Jesús para ser felices? Suele venir bajo el nombre de Las Bienaventuranzas y la traen Lucas y Mateo, en versiones distintas. Más larga e impersonal la versión de Mateo (5, 3-12); más corta y directa la de Lucas (6, 20b-23), la que además une bienaventuranzas y maldiciones, como para hacernos ver de lo que nos hemos librado al optar por las Bienaventuranzas. El evangelio de hoy nos trae la versión de Lucas.

Esta fórmula de felicidad consiste en ponerse con toda confianza en las manos de Dios. A ejemplo de Jesús, que supo abandonarse por entero, en las buenas y en las malas, a la voluntad de Dios. Mateo lo dice sin rodeos, aludiendo a los anawin o pobres de Yavé del Antiguo Testamento, que aquí llama “pobres en el espìritu”.

¿Quieren ustedes ser felices? Sean “pobres en el espíritu”, responde Mateo. Sean “pobres”, responde Lucas. En el fondo, ambos dicen lo mismo, aunque Lucas suene más duro y difícil de aceptar. Muchas veces ponemos nuestra confianza y nuestro deseo de felicidad en las cosas, en el tener cosas, que no siempre logramos o que, aún teniéndolas, no nos llenan, porque simplemente buscamos más… Nos has hecho para Ti, oh Dios, y nuestro corazón estará siempre inquieto, hasta que descanse en Tí, exclamaba S. Agustín, de vuelta de tantas cosas en las que había buscado y puesto la felicidad..

Ciertamente la felicidad es más que un estado de ánimo o que una actitud interior. El hombre es cuerpo y alma y necesita tener un soporte material o espiritual más que suficiente para desarrollarse integralmente. Pero la felicidad no está en eso ni siquiera en el correcto manejo de los bienes materiales y espirituales. Decididamente, la felicidad está en tener a Dios. Sólo Dios basta, decía la española Sta. Teresa. Es por ello que la felicidad que proviene de cumplir las Bienaventuranzas es sinónimo de santidad. Son santos y/o felices los que cumplen las Bienaventuranzas.

Las Bienaventuranzas no se mueven en el terreno de lo sociológico, sino en el terreno del Reino de Dios y en el de la causa del Hijo del Hombre. Desde esta perspectiva, son un camino a la felicidad (=santidad) y constituyen la quinta esencia del mensaje de Jesús. En la Nueva Alianza y para nosotros, las Bienaventuranzas deben ser lo que para los hombres y mujeres del Antiguo Testamento fueron los mandamientos. Todo.

LECTURAS

DOMINGO VI

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Maldito quien confía en el hombre;

bendito quien confía en el Señor

Lectura del libro de Jeremías   17, 5- 8

        Así dice el Señor:

Maldito quien pone su confianza en el hombre,

y en él busca su fuerza,

apartando su corazón del Señor.

Será como un cardo en el desierto,

que no disfruta del agua cuando llueve;

habitará en la aridez del desierto,

tierra salobre e inhóspita.

Bendito quien confía en el Señor

y pone en el Señor su confianza

Será como un árbol plantado junto al agua,

que junto a la corriente echa raíces;

cuando llegue el calor no lo sentirá,

sus hojas se conservarán siempre verdes;

en año de sequía no se inquieta,

no deja de dar fruto.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial   Sal  1, 1-2.  3. 4  y  6   (R.: Sal  39, 5a)

  1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

         Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche. R.

         Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

Da fruto a su tiempo

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

Porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal. R.

SEGUNDA LECTURA

Si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  12.  16-20

Hermanos:

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de ustedes que los muertos no resucitan?

Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido, siguen con sus pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.

¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Palabra de Dios.

Aleluya   Lc  6,  23ab

Alégrense y salten de gozo

-dice el Señor-, porque su recompensa será grande en el cielo.

EVANGELIO

Dichosos los pobres; ¡ay de ustedes, los ricos!

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas  6,  17.  20- 26

        En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se detuvo en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:

– Dichosos los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios.

Dichosos los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados.

Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.

Dichosos ustedes, cuando los hombres los odien, y los excluyan, y los insulten, y desprecien el nombre de ustedes como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus padres con los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo.

¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque tendrán hambre.

¡Ay de los que ahora ríen!, porque harán duelo y llorarán.

¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían sus padres con los falsos profetas.

Palabra del Señor,

Oración de los fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios. Dichosos los que ponen su confianza en él.

– Por la Iglesia; para que acierte a dar a sus bienes un destino pastoral y social, roguemos al Señor.

– Por los que acumulan riqueza, insensibles al mundo de la pobreza; para que al menos sepan que los pobres están a la puerta y aguardan las migajas de su banquete, roguemos al Señor.

– Por los pobres, los que pasan hambre, los que lloran, los despreciados; para que puedan entender las bienaventuranzas, roguemos al Señor.

– Por los que dedican su vida al servicio de los necesitados; para que su dicha sea comprendida y su abnegación sirva de estímulo, roguemos al Señor.

– Por nosotros, aquí reunidos; para que no caigamos en la tentación de confiar en el dinero, como supremo valor, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, que pone su confianza en ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 

 

Comentario del evangelio del domingo 19.02 o 5º TO

Queridos amigos:

En su evangelio (Lc.5,1-11), Lucas nos traslada hoy de la Sierra de Galilea al Mar de Tiberíades. Aquí la gente se agolpa para escuchar la palabra de Jesús, quien ve por conveniente subir a la barca de Simón para seguir hablando, pero un poco apartado de la orilla, por seguridad. Simón Pedro y los hijos de Zebedeo (Santiago y Juan), a quienes ha venido a buscar, están ahí, limpiando las redes después de una larga noche de trabajo sin pescar nada. Se conocen con Jesús desde hace un tiempo (Jn 1,35-45) y están a la espera de que les llame para seguirle definitivamente, como pescadores de hombres, al decir de Jesús (Lc. 5, 10)

La pesca milagrosa, que hacen a pleno día con Jesús, los llenará de asombro y reforzará su decisión de dejarlo todo y de seguirle, como de hecho lo hicieron (Lc 5, 11). El milagro,  -un signo o manifestación de quién de verdad es Jesús-, presenta detalles interesantes, que Lucas ha recogido en frases que se han hecho de antología y que ustedes recordarán. Jesús: “¡Rema mar adentro…”! Pedro: “¡En tu nombre echaré las redes!” Jesús: No temas… Serás pescador de hombres!” Es bueno recordarlas. Por falta de espacio, yo me referiré aquí sólo a dos de ellas.

“¡Rema mar adentro!”, ¿no les recuerda la Gran Misión de Lima, que llevamos adelante entre los años 2003-2006, preparando la visita del ahora san Juan Pablo II?  Es también una invitación a ir siempre más allá, más alto y más lejos. A vivir por un ideal. A seguir a Jesús, sin importar las dificultades y sin temores. “¡En tu nombre echaré las redes”, donde más importante que echar las redes es echarlas en el nombre del Señor. Pedro y sus compañeros habían estado echando las redes durante toda la noche, sin pescar nada. Ahora bastó que echara las redes en el nombre del Señor, por deferencia a Él, para que se hiciera el milagro…

Hacer las cosas en el nombre de Dios, para ello los cristianos tenemos una hermosa oración, breve y contundente, con la que nos santiguamos: la señal de la cruz. Con ella invocamos a la Santísima Trinidad y hacemos sobre nosotros la cruz salvadora de Jesucristo, que son los dos grandes misterios de nuestra fe. Pero no sólo los invocamos, sino que es en su nombre que hacemos todas las cosas. Desde empezar el día al levantarnos, hasta acostarnos en la noche, salir de casa, ir al trabajo, viajar, etc. Lamentablemente solemos “comernos” el comienzo de la oración: “en nombre de…” pues lo decimos tan rápido que ni nos damos cuenta. Les invito a retomar la costumbre de hacer la señal de la cruz. Como los apóstoles, veremos milagros.

LECTURAS

DOMINGO V

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Aquí estoy, envíame

Lectura del libro de Isaías   6, 1 -2a.  3- 8

        El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: el borde de su manto llenaba el templo.

Y vi serafines de pie junto a él. Y se decían el uno al otro:

– ¡Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!.

Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije:

– ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.

Y voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas; tocó con ella mi boca y me dijo:

– Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.

Entonces, escuché la voz del Señor, que decía:

– ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por mí?

Contesté:

– Aquí estoy envíame.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal  137,  1- 2a.  2bc- 3.  4-5.  7c – 8  (R.: 1c)

  1. Delante de los ángeles tocaré para ti, Señor.

         Te doy gracias Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tocaré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R.

         Daré gracias a tu nombre,

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

aumentaste el valor de mi alma. R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,

al escuchar las palabras de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande. R.

        Tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos. R.

SEGUNDA LECTURA

Esto es lo que predicamos; esto es lo que han creído

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  1 – 11

        Les recuerdo, hermanos, el Evangelio que les proclamé y que ustedes aceptaron, en el que están fundados, y que los está salvando, si es que conservan el Evangelio que les proclamé; de lo contrario, habrán creído en vano.

Porque lo primero que yo les transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a  más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Porque soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.

Pues bien; tanto ellos como yo, esto es lo que predicamos; esto es lo que ustedes han creído.

Palabra de Dios.

Forma breve:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  3-8. 11

        Lo primero que yo les transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago; después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Pues bien; tanto ellos como yo; esto es lo que predicamos; esto es lo que ustedes han creído.

Palabra de Dios.

 Aleluya  Mt  4, 19

Vengan y síganme

-dice el Señor-,

y los haré pescadores de hombres.

EVANGELIO

Dejándolo todo, lo siguieron

        Lectura del santo Evangelio según san Lucas   5,  1 – 11

        En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret.

Desde allí vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

– Rema mar adentro, y echen las redes para pescar.

Simón contestó:

– Maestro, nos hemos pasado toda la noche trabajando y no hemos sacado nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

– No temas; desde ahora serás pescador de hombres.

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Oremos a Dios Todopoderoso, que en Jesucristo, su Hijo, se nos revela cercano a nosotros, lleno de misericordia.

– Por la Iglesia, santa y pecadora, purificada por el Espíritu de Dios y necesitada siempre de conversión, roguemos al Señor.

– Por los que admiran a Jesús de Nazaret y no han descubierto en él al Dios santo y misericordioso, que trasciende a todos y está cercano a nosotros, roguemos al Señor.

– Por los que trabajan, como los discípulos, pescando en el lago durante la noche: en la industria, en los hospitales, en los servicios públicos, roguemos al Señor.

– Por nosotros, que queremos vivir la experiencia religiosa y la disponibilidad de Pedro, de Isaías, roguemos al Señor.

Dios todopoderoso, extiende sobre nosotros el poder de tu brazo para salvarnos; completa tus favores con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.