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LECTURAS

DOMINGO VI

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Maldito quien confía en el hombre;

bendito quien confía en el Señor

Lectura del libro de Jeremías   17, 5- 8

        Así dice el Señor:

Maldito quien pone su confianza en el hombre,

y en él busca su fuerza,

apartando su corazón del Señor.

Será como un cardo en el desierto,

que no disfruta del agua cuando llueve;

habitará en la aridez del desierto,

tierra salobre e inhóspita.

Bendito quien confía en el Señor

y pone en el Señor su confianza

Será como un árbol plantado junto al agua,

que junto a la corriente echa raíces;

cuando llegue el calor no lo sentirá,

sus hojas se conservarán siempre verdes;

en año de sequía no se inquieta,

no deja de dar fruto.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial   Sal  1, 1-2.  3. 4  y  6   (R.: Sal  39, 5a)

  1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

         Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche. R.

         Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

Da fruto a su tiempo

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

Porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal. R.

SEGUNDA LECTURA

Si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  12.  16-20

Hermanos:

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de ustedes que los muertos no resucitan?

Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido, siguen con sus pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.

¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Palabra de Dios.

Aleluya   Lc  6,  23ab

Alégrense y salten de gozo

-dice el Señor-, porque su recompensa será grande en el cielo.

EVANGELIO

Dichosos los pobres; ¡ay de ustedes, los ricos!

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas  6,  17.  20- 26

        En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se detuvo en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:

– Dichosos los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios.

Dichosos los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados.

Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.

Dichosos ustedes, cuando los hombres los odien, y los excluyan, y los insulten, y desprecien el nombre de ustedes como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus padres con los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo.

¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque tendrán hambre.

¡Ay de los que ahora ríen!, porque harán duelo y llorarán.

¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían sus padres con los falsos profetas.

Palabra del Señor,

Oración de los fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios. Dichosos los que ponen su confianza en él.

– Por la Iglesia; para que acierte a dar a sus bienes un destino pastoral y social, roguemos al Señor.

– Por los que acumulan riqueza, insensibles al mundo de la pobreza; para que al menos sepan que los pobres están a la puerta y aguardan las migajas de su banquete, roguemos al Señor.

– Por los pobres, los que pasan hambre, los que lloran, los despreciados; para que puedan entender las bienaventuranzas, roguemos al Señor.

– Por los que dedican su vida al servicio de los necesitados; para que su dicha sea comprendida y su abnegación sirva de estímulo, roguemos al Señor.

– Por nosotros, aquí reunidos; para que no caigamos en la tentación de confiar en el dinero, como supremo valor, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, que pone su confianza en ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 

 

Comentario del evangelio del domingo 19.02 o 5º TO

Queridos amigos:

En su evangelio (Lc.5,1-11), Lucas nos traslada hoy de la Sierra de Galilea al Mar de Tiberíades. Aquí la gente se agolpa para escuchar la palabra de Jesús, quien ve por conveniente subir a la barca de Simón para seguir hablando, pero un poco apartado de la orilla, por seguridad. Simón Pedro y los hijos de Zebedeo (Santiago y Juan), a quienes ha venido a buscar, están ahí, limpiando las redes después de una larga noche de trabajo sin pescar nada. Se conocen con Jesús desde hace un tiempo (Jn 1,35-45) y están a la espera de que les llame para seguirle definitivamente, como pescadores de hombres, al decir de Jesús (Lc. 5, 10)

La pesca milagrosa, que hacen a pleno día con Jesús, los llenará de asombro y reforzará su decisión de dejarlo todo y de seguirle, como de hecho lo hicieron (Lc 5, 11). El milagro,  -un signo o manifestación de quién de verdad es Jesús-, presenta detalles interesantes, que Lucas ha recogido en frases que se han hecho de antología y que ustedes recordarán. Jesús: “¡Rema mar adentro…”! Pedro: “¡En tu nombre echaré las redes!” Jesús: No temas… Serás pescador de hombres!” Es bueno recordarlas. Por falta de espacio, yo me referiré aquí sólo a dos de ellas.

“¡Rema mar adentro!”, ¿no les recuerda la Gran Misión de Lima, que llevamos adelante entre los años 2003-2006, preparando la visita del ahora san Juan Pablo II?  Es también una invitación a ir siempre más allá, más alto y más lejos. A vivir por un ideal. A seguir a Jesús, sin importar las dificultades y sin temores. “¡En tu nombre echaré las redes”, donde más importante que echar las redes es echarlas en el nombre del Señor. Pedro y sus compañeros habían estado echando las redes durante toda la noche, sin pescar nada. Ahora bastó que echara las redes en el nombre del Señor, por deferencia a Él, para que se hiciera el milagro…

Hacer las cosas en el nombre de Dios, para ello los cristianos tenemos una hermosa oración, breve y contundente, con la que nos santiguamos: la señal de la cruz. Con ella invocamos a la Santísima Trinidad y hacemos sobre nosotros la cruz salvadora de Jesucristo, que son los dos grandes misterios de nuestra fe. Pero no sólo los invocamos, sino que es en su nombre que hacemos todas las cosas. Desde empezar el día al levantarnos, hasta acostarnos en la noche, salir de casa, ir al trabajo, viajar, etc. Lamentablemente solemos “comernos” el comienzo de la oración: “en nombre de…” pues lo decimos tan rápido que ni nos damos cuenta. Les invito a retomar la costumbre de hacer la señal de la cruz. Como los apóstoles, veremos milagros.

LECTURAS

DOMINGO V

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Aquí estoy, envíame

Lectura del libro de Isaías   6, 1 -2a.  3- 8

        El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: el borde de su manto llenaba el templo.

Y vi serafines de pie junto a él. Y se decían el uno al otro:

– ¡Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!.

Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije:

– ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.

Y voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas; tocó con ella mi boca y me dijo:

– Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.

Entonces, escuché la voz del Señor, que decía:

– ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por mí?

Contesté:

– Aquí estoy envíame.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal  137,  1- 2a.  2bc- 3.  4-5.  7c – 8  (R.: 1c)

  1. Delante de los ángeles tocaré para ti, Señor.

         Te doy gracias Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tocaré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R.

         Daré gracias a tu nombre,

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

aumentaste el valor de mi alma. R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,

al escuchar las palabras de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande. R.

        Tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos. R.

SEGUNDA LECTURA

Esto es lo que predicamos; esto es lo que han creído

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  1 – 11

        Les recuerdo, hermanos, el Evangelio que les proclamé y que ustedes aceptaron, en el que están fundados, y que los está salvando, si es que conservan el Evangelio que les proclamé; de lo contrario, habrán creído en vano.

Porque lo primero que yo les transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a  más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Porque soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.

Pues bien; tanto ellos como yo, esto es lo que predicamos; esto es lo que ustedes han creído.

Palabra de Dios.

Forma breve:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,  3-8. 11

        Lo primero que yo les transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago; después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Pues bien; tanto ellos como yo; esto es lo que predicamos; esto es lo que ustedes han creído.

Palabra de Dios.

 Aleluya  Mt  4, 19

Vengan y síganme

-dice el Señor-,

y los haré pescadores de hombres.

EVANGELIO

Dejándolo todo, lo siguieron

        Lectura del santo Evangelio según san Lucas   5,  1 – 11

        En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret.

Desde allí vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

– Rema mar adentro, y echen las redes para pescar.

Simón contestó:

– Maestro, nos hemos pasado toda la noche trabajando y no hemos sacado nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

– No temas; desde ahora serás pescador de hombres.

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Oremos a Dios Todopoderoso, que en Jesucristo, su Hijo, se nos revela cercano a nosotros, lleno de misericordia.

– Por la Iglesia, santa y pecadora, purificada por el Espíritu de Dios y necesitada siempre de conversión, roguemos al Señor.

– Por los que admiran a Jesús de Nazaret y no han descubierto en él al Dios santo y misericordioso, que trasciende a todos y está cercano a nosotros, roguemos al Señor.

– Por los que trabajan, como los discípulos, pescando en el lago durante la noche: en la industria, en los hospitales, en los servicios públicos, roguemos al Señor.

– Por nosotros, que queremos vivir la experiencia religiosa y la disponibilidad de Pedro, de Isaías, roguemos al Señor.

Dios todopoderoso, extiende sobre nosotros el poder de tu brazo para salvarnos; completa tus favores con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Comentario al evangelio del domingo 03.02 o 4º TO

Queridos amigos:

¿Les ha pasado alguna vez ir a un sitio con la mejor buena voluntad y sentir al rato que no son bienvenidos? Es lo que le pasó a Jesús en su visita ilusionada al pueblo donde se crió (Nazaret), que terminó con un final nada feliz, pues le hicieron cargamontón con intención de desbarrancarlo (Lc  4,21-30). ¿Qué había pasado? ¿Por qué lo que comenzó tan bien (Mt 13,54-58; Mc 6.1-6; Lc 4, 14-21), terminó tan mal?

Para los evangelistas todo fue cuestión de falta de fe de una parte del pueblo, de obcecación. (Mt 13, 58; Mc 6,6; Lc 4,24). Simplemente no les cabía en la cabeza que ese hombre, al que conocían tan bien (según ellos), fuera quien decía ser. Para ellos era un impostor y lo mejor que podían hacer era acabar con Él. A Dios gracias se interpuso ese algo superior que había en Jesús, quien lleno de digna autoridad, se abrió paso por entremedio de ellos y siguió su camino.

Para Jesús el comentario fue: nadie es profeta entre los suyos… Y también: no hay peor incrédulo que el que no quiere creer (Mc 6,6). Sus paisanos estaban a punto de creer  -¿¡de dónde le viene todo esto (su sabiduría y el hacer milagros)!?, se preguntaban (Mc 6,2), pero algo les impedía dar el salto de la fe y acoger al Señor. ¿Su orgullo? A ellos no les iba a engañar, pues conocían muy bien la madera de que estaba hecho y nunca en los 26 año que vivió con ellos había hecho un milagro… ¡Misterio de la llamada Vida Oculta de Jesús en Nazareth), es mi comentario.

Hoy también son muchos los que no acaban de creer en Jesús (ni en su iglesia), incluso llamándose cristianos. Por orgullo, unos, (muchos sedicentes científicos, agnósticos, ateos), pues, en definitiva, no creen necesitarlo. Por interés y conveniencia, otros, (los corruptos, los traficantes (de tantas cosas), los pecadores), pues no quieren dejar todavía el vicio… Más tarde…, piensan y hasta lo dicen, arriesgando su salvación. Por prejuicios, bastantes, especialmente contra la iglesia, pues, sin conocerla a fondo, la juzgan y la condenan.

Los papás, los educadores, los misioneros, los líderes, los constituidos en autoridad, han de saber que no siempre van a ser aceptados, (nadie es profeta entre los suyos…). Pero, como Jesús, deberán seguir siempre siendo fieles a su vocación y misión. Sin transar en los principios, enfrentando las situaciones adversas con dignidad, siguiendo adelante como si nada hubiera sucedido, abriéndose paso entre las dificultades (personas y/o sucesos y hechos), buscando siempre nuevos campos de trabajo…

LECTURAS

DOMINGO IV

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Te nombré profeta de las naciones

Lectura del libro de Jeremías   1,  4-5.  17 – 19

        En tiempos del rey Josías, recibí esta palabra del Señor:

“Antes de formarte en el vientre materno, te escogí;

antes de que salieras del seno materno, te consagré:

te nombré profeta de las naciones.

Y tú, ármate de valor,

ponte de pie y diles lo que yo te mando.

No les tengas miedo,

que si no, yo te haré temblar ante ellos.

Mira; yo te convierto hoy en ciudad fortificada

en columna de hierro, en muralla de bronce,

frente a todo el país:

frente a los reyes y príncipes de Judá,

frente a los sacerdotes y a la gente del campo.

Lucharán contra ti, pero no te vencerán,

porque yo estoy contigo para librarte.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal 70, 1-2.  3-4a. 5-6ab.  15ab y  17  (R.: cf. 15ab) 

  1. Mi boca contará tu salvación, Señor.

         A ti, Señor, me acojo:

no quede yo derrotado para siempre;

tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,

inclina tu oído, y sálvame. R.

         Sé tú mi roca de refugio,

el alcázar donde me salve,

porque mi peña y mi alcázar eres tú,

Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

         Porque tú, Dios mío, fuiste mí esperanza

y mi confianza, Señor desde mi juventud.

En el vientre materno ya me apoyaba en ti,

en el seno tú me sostenías. R.

         Mi boca contará tu auxilio,

y todo el día tu salvación.

Dios mío, me instruiste desde mi juventud,

y hasta yo relato tus maravillas. R.

 SEGUNDA LECTURA

 Quedan la fe, la esperanza, el amor; la más grande es el amor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,  31 – 13. 13

        Hermanos:

Ambicionen los carismas mejores. Y aún les voy a mostrar un camino más excelente.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; sino tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden,

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos loo secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; sino tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aún dejarme quemar vivo; sino tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es grosero ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabe con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado, entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra, quedan tres cosas. le fe, la esperanza, el amor, pero la más grande de todas es el amor.

Palabra de Dios.

Aleluya  Lc  4,  18

El Señor me ha enviado para anunciar

el Evangelio a los pobres,

para anunciar a los cautivos la libertad

EVANGELIO

Jesús como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos

        Lectura del santo Evangelio según san Lucas  4,  21 – 30

        En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

– Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían:

– ¿No es éste el Hijo de José?

Y Jesús les dijo:

– Sin duda me recitarán aquel refrán: Médico, cúrate a ti mismo; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm.

 

Comentario del evangelio del domingo 27.01 o 3° TO

Queridos amigos:

El evangelio de Lc 4, 14-21 es como la “tarjeta de presentación” de Jesús. Nos dice quién es Él y cuál es su misión en este mundo. Quién es Él lo habían dicho anteriormente los ángeles cantando su Gloria a Dios; la estrella de Belem guiando a los Reyes Magos; el Padre Dios y el Espíritu Santo, cuando Juan bautizó a Jesús en el Jordán; su madre María (Jn 2,5) y el milagro-signo que hizo en las Bodas de Cana de Galilea, convirtiendo el agua en vino. Es por ello que a estos sucesos los llamamos epifanías o revelaciones de que Jesús es Dios.

Agradecido al pueblo que le vio crecer, quiso darles la primicia del notición, que todos esperaban. Ni en Jerusalem ni en Cafarnaum. Había escogido para ello el pequeño Nazaret, donde además estaban su madre -(¡se merecía esa primicia!)-, y sus primos hermanos y familiares y amigos. Todos tenían sus ojos puestos en Él observa Lucas intencionadamente (Lc 4, 22). (¿¡Los tendremos hoy también nosotros!?). Jesús acaba de leer lo que el profeta Isaías había escrito ocho siglos antes sobre el Mesías (Is 61,1)… Está hablando de mí, dice Jesús con toda naturalidad: ¡Yo soy ese Ungido por el Espíritu de Dios! y he sido enviado a evangelizar a los pobres…

Más claro, imposible. Jesús es el Mesías prometido y esperado (el hijo de Dios, cosa que no aceptarán y por la que querrán matarlo (Lc 4, 29) y lo matarán (Mt 26, 63-66). Y ha venido a evangelizar (llevarles la Buena Nueva del Reino de Dios) a los pobres. Cuando un cristiano se siente “tocado por el Señor” y se decide a ser como Él y seguirle, suele surgirle una duda: ¿cuál de los Jesús? ¿El Jesús orante? ¿El sufriente? ¿El que está siempre con los enfermos? ¿El maestro? ¿El evangelizador de los pobres?

Es la gran pregunta que se hizo Vicente de Paul cuando decidió entregarse al Señor a tiempo completo y con toda el alma. La respuesta la encontró en Lc 4, 8: “Me ha me ha enviado a evangelizar a los pobres”, que puso como lema de la Congregación de Misioneros, que él fundó. “Nuestra vocación, dice, es muy semejante a la Nuestro Señor Jesucristo, que, al venir a este mundo, asumió como principal tarea la de asistir a los pobres y cuidarles.” Qué bueno si también nosotros nos dedicamos a evangelizar a los pobres…

LECTURAS

DOMINGO III

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Leían el  libro de la Ley, explicando su sentido

Lectura del libro de Nehemías  8, 2-4a.  5-6.  8- 10

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediado del mes séptimo. En la plaza de la puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.

Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para la ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo –pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:

– Amén, amén.

Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.

Los levitas leían el libro de la Ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieran la lectura.

Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero:

– Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagan duelo ni lloren.

Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley y añadieron:

– Vayan, coman alimentos exquisitos, beban vino dulce y envíen porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estén tristes, pues la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial  Sal 18,  8.  9. 10. 15  (R.: Jn  6,  63 c)

  1. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos. R.

        La voluntad del Señor es pura

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. R.

         Que te agraden las palabras de mi boca,

y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,

Señor, roca mía, redentor mío. R.

SEGUNDA LECTURA

Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,  12- 30

        Hermanos:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.

Si el pie dijera: No soy mano, luego no formo parte del cuerpo, ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo, ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien.

Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como el quiso.

Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.

El ojo no puede decir a la mano: No te necesito; y la cabeza no puede decir a los pies: No los necesito. Más aún los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.

Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.

Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.

Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un

miembro es honrado todos se felicitan.

Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

Y Dios los ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los que tienen el poder de hacer milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.

¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don de curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

Palabra de Dios.

Aleluya  Lc  4,  18

El Señor me ha llamado para anunciar

el Evangelio a los pobres,

para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO

Hoy se cumple esta Escritura

Lectura del santo Evangelio según san Lucas  1,1-4; 4,14- 21

        Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde del principio, he resuelto escribir para ti, ilustre Teófilo, un relato ordenado a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso de pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

porque él me ha ungido.

Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,

para anunciar a los cautivos la libertad,

y a los ciegos, la vista.

Para dar libertad a los oprimidos;

para anunciar el año de gracia del Señor.

Y enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Y se puso a decirles:

– Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, que nos envió a su Hijo, Buena Noticia para el mundo.

– Por los que han recibido en la Iglesia el encargo de la palabra de Dios: los exegetas, que interpretan; los teólogos, que profundizan su sentido; los pastores y los catequistas, que la anuncian; para que sepan actualizarla, iluminando la vida de los oyentes, roguemos al Señor.

– Por los que escuchan la palabra de Dios; para que sean capaces de descubrir al que es la Buena Noticia para los pobres, la luz para los ciegos, la libertad para los oprimidos, roguemos al Señor.

– Por los profesionales de la palabra; para que alumbren la verdad, inciten al bien, sensibilicen para la belleza, roguemos al Señor.

– Por nosotros aquí reunidos; para que tomemos en serio la palabra de Dios, sepamos escucharla, celebrarla y realizarla en nuestra vida, roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro, lleguen a tu presencia los deseos de nuestros corazones y las súplicas de nuestros labios. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Comentario del evangelio del domingo 20.01 o 2° TO

Queridos amigos:

El evangelio de Juan sobre las Bodas de Caná (Jn 2,1-11) contiene enseñanzas muy importantes. Por ejemplo que Jesús es Dios, tal como lo manifiesta su poder de hacer milagros, que Juan llama signos, y que María tiene un enorme poder intercesor, pues es a ruegos de María que Jesús hace y anticipa su primer milagro. Otra gran enseñanza de la que yo quiero hablar, es la importancia del matrimonio: Jesús con sus apóstoles y María quisieron estar en unas bodas. Es decir, toda la iglesia, en unas bodas. Los novios (y la familia de los novios) los han invitado y ellos han acudido. Han querido hacerse presentes, postergando sin duda otros planes de misión, para poner de relieve la gran importancia que tiene y da la iglesia a toda pareja (hombre y mujer), que deciden unirse y darse en matrimonio.

Desde entonces la iglesia siente que tiene el deber de estar presente en todas las bodas: 1. para poner de relieve la transcendental importancia del matrimonio en el Plan de Dios, y 2. para bendecirlo con el milagro de su gracia, más valioso que el del rico vino de aquellas Bodas de Caná. Estas dos razones son las principales por las que la Iglesia pide a sus hijos casarse por la iglesia, como suele decirse. Y responden a la pregunta que se hacen y hacen bastantes cristianos del “por qué y para qué casarse por la Iglesia”. Simplemente porque no es correcto (lícito) que lo más importante que un hombre y una mujer cristianos realizan en su vida, lo hagan como si fueran paganos, sin la bendición de Dios dada por su iglesia.

El problema (y el pecado) de una pareja, él y ella cristianos, que deciden convivir, no es que quieran unirse para ser felices y tener hijos, sino que lo hagan como si no fueran cristianos, sin invitar a Jesús a la boda. Se iniciaron como cristianos por medio del bautizo, la comunión y la confirmación, pero a la hora de dar como cristianos adultos el paso más importante de sus vidas, uniéndose en el amor para formar una familia, dan la espalda a la Iglesia (y a Jesucristo, que está en la Iglesia), ignorándola.

Jesucristo es claro, perentorio e intransable, cuando habla del matrimonio. No sólo ratifica la ley de Dios sobre la unión de un hombre y una mujer (Gen 2,24) sino que la hace suya, corrigiendo la condescendencia de Moisés (Mt 5, 31-32; 19,9)  y elevando esa unión a la condición de sacramento (Ef, 5,32). ¿Por qué tanto? Porque es lo más grande que Él ha hecho, planeándolo todo y disponiéndolo todo con vistas al matrimonio… La historia de la humanidad se juega en la familia (JP II), que es su célula social vital. De aquí la necesidad de que los Estados hagan lo imposible por fortalecerla.

LECTURAS

DOMINGO II

DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

La alegría que encuentra el esposo con su esposa,

la encontrará tu Dios contigo

Lectura del libro de Isaías   62,  1-5

        Por amor a Sión no callaré,

por amor a Jerusalén no descansaré,

hasta que su justicia resplandezca como luz,

y su salvación brille como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia,

y los reyes tu gloria;

te pondrán un nombre nuevo,

pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona preciosa en la mano del Señor

y anillo real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán “Abandonada”,

ni a tu tierra “Devastada”;

a ti te llamarán Mi “Favorita”,

y a tu tierra “Desposada””;

porque el Señor te prefiere a ti,

y tu tierra tendrá un esposo.

Como un joven se casa con su novia,

así se casará contigo el que te construyó;

la alegría que encuentra el marido con su esposa,

la encontrará tu Dios contigo.

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial  Sal  95, 1-2a. 2b-3.  7-8a.  9- 10a y c   (R.: 3)

  1. Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones.

         Canten al Señor un  cántico nuevo,

cante al Señor, toda la tierra;

canten al Señor, bendigan su nombre. R.

         Proclamen día tras día su victoria,

cuenten a los pueblos su gloria,

sus maravillas a todas las naciones. R.

         Familias de los pueblos, aclamen al Señor,

aclamen la gloria y el poder del Señor,

aclamen la gloria del nombre del Señor. R.

Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado,

tiemble en su presencia la tierra toda.

Digan a los pueblos: “el Señor es rey,

el gobierna a los pueblos rectamente”. R.

SEGUNDA LECTURA

El mismo y único espíritu reparte a cada uno

como a él le parece

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios

12,  4- 11

        Hermanos:

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Y así, uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu.

Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, el don de curar. A éste le ha concedido hacer milagros, a aquel profetizar. A otro, distinguir los malos y los buenos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro el don de interpretarlas.

El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

Palabra de Dios.

Aleluya   Cf.  2 Ts  2, 14

Dios los llamó por medio del Evangelio,

para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

         En lugar del versículo del Evangelio propuesto para cada domingo, se puede escoger alguno de los que se hallan en las pp. 295 ss.

EVANGELIO

En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos

        Lectura del santo Evangelio según san Juan  2,  1 – 11

            En aquel tiempo, había una boda de Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:

– No les queda vino.

Jesús le contestó:

– Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los sirvientes:

– Hagan lo que él les diga.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una

Jesús les dijo:

– Llenen las tinajas de agua.

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó:

– Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo.

Así lo hicieron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de donde venía (sólo lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:

– Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre. Contamos, también nosotros, con la intercesión de María.

– Por la Iglesia; para que atienda solícita a las necesidades de todos y preste su voz suplicante a los que no pueden hablar, roguemos al Señor.

– Por la unión de las Iglesias; para que los sarmientos separados sean injertados en la vid que es Cristo, roguemos al Señor.

– por los enfermos y todos los que sufren; para que el vino del amor fraterno endulce su amargura y mitigue su dolor, roguemos al Señor.

– Por los esposos; para que no se vuelva agrio el vino de su amor, roguemos al Señor.

– Por nosotros, invitados a la mesa del Señor; para que sepamos ofrecer a todos el vino del consuelo y la alegría, roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro, escúchanos. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que, movido por la súplica de María, remedió la falta de vino en las bodas de Caná. A él la gloria por los siglos de los siglos.

 

 

CARTA

Queridos amigos:

El bautismo de Jesús por Juan (Lc 3,15-16. 21-22), nos da pie para hablar del bautismo que trajo Jesús. Y que es en el que ustedes y yo hemos sido bautizados. Un bautismo en el fuego del Espíritu Santo, como lo describió el mismo Juan (Lc 3, 16), cuyos discípulos se llenaron de envidia cuando Jesús empezó a bautizar y toda la gente se iba con él (Jn 3,26). ¿Bautizó mucho Jesús? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que habló apasionadamente de su bautismo; que empezó y terminó su vida hablando de él; y que cifró en el mismo las cosas más grandes del Reino de Dios (Jn 3, 5) y del Evangelio (Mt 28, 19)

Siguiendo lo que Jesús enseñó al congresista judío Nicodemo (Jn 3, 5), solemos decir que el bautismo es un sacramento, que, por medio del agua y del Espíritu Santo, nos hace nacer a la vida de Dios. El Padre, de quien nos hacemos hijos por el bautismo, y el Hijo, que se convierte en nuestro hermano mayor, nos hacen participar en su vida divina por medio del Espíritu Santo.

A la gente le cuesta entender que el agua, aunque imprescindible para el bautizo, no hace nada, que está ahí sólo como un signo (de limpieza y vida). Sólo para indicar que el Espíritu Santo hace en la persona de quien se bautiza lo que el agua hace en la naturaleza, a saber, limpia y da vida (¡Nuestra costa sería un vergel si tuviera agua!). El Espíritu limpia del pecado original y da la vida de Dios. Esto último  -la vida divina que recibe el bautizado-, se da cuando el bautizante invoca al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, mientras derrama el agua sobre la persona. Por esta invocación, que para algunos cristianos suena a fórmula mágica, como un abra cadabra del bautismo, el Padre Dios adopta como hijo suyo al bautizado, el Hijo lo llama su hermano y el Espíritu Santo le ayuda a que ambas cosas sean una realidad. En especial a que sea un buen cristiano dando testimonio con Él de Jesucristo.

Ser cristiano es ser de Cristo (Ga 3, 29; Col 2,12), como ser peruano es ser del Perú. Con todos sus derechos, obligaciones y funciones. Entre estas últimas, las de ser, ante todo, sacerdote, profeta y rey, que le vienen al bautizado por ser otro Cristo, que fue y es sacerdote, profeta y rey. Al modo de Jesús, como sacerdotes ofrecemos a Dios cuanto hacemos (que es lo que hace el sacerdote), y como profetas y reyes enseñamos y guiamos por el buen camino, yendo nosotros por delante. Recordemos frecuentemente que somos unos bautizados y preguntémonos frecuentemente si actuamos como sacerdotes, profetas y reyes.