Queridos amigos
El evangelio de hoy (Mt 16,13-20) contiene los siguientes importantes puntos: la pregunta del millón de Jesús, la respuesta de Simón (inspirada por el Padre Dios), el cambio de nombre de Simón por Pedro (=piedra o roca), la fundación de la Iglesia, “el poder de las llaves” (autoridad suprema), que Jesús confiere a Pedro, el llamado “secreto mesiánico”… Vistos por separado todos estos importantes puntos podrían hacernos perder la visión del conjunto, a saber, la fundación de la iglesia por Jesús, que es a donde apuntan Jesús y el evangelista Mateo.
La fundación de la Iglesia por Jesús presenta circunstancias tan especiales que la hacen única. Para sus planes a futuro, esta Iglesia es vital, pues deberá representarle y continuar Su misión en este mundo, cuando se haya ido. Deberá ser como su prolongación en el tiempo, y donde permanecerá hasta el final de la historia (Mt 28,20). Es por ello que Jesús anda buscando la persona idónea, la que su Padre Dios quiere que la represente y dirija. Siempre ciertamente bajo la acción del Espíritu Santo, quien ha asegurado a Jesús que se hará cargo de todo y animará y apoyará la Iglesia y a quien la dirija. Este resultó ser Simón, el Barjona, en mérito a su respuesta a una pregunta de Jesús (Mt 16, 15-17). Respuesta en la que vio la señal que esperaba del Padre Dios.
El siguiente paso de Jesús fue cambiarle el nombre. Para darle (y darnos) a entender que había sido escogido para una gran misión y que ésta no era por su nombre, por sus méritos, sino por voluntad y pura gracia de Dios. En el Antiguo Testamento, cuando Dios escogió a Abram para una misión especial, le cambió el nombre por Abrahan (Gn 17,5); pasó lo mismo con el patriarca Jacob, a quien llamó Israel (Gn 32,28). Ahora Jesús, como antes Yahve, cambiaba el nombre de Simón por el de Kefas, que en arameo significa roca piedra (de aquí Pedro), pues habría de ser como la piedra o roca, en la que descanse la Iglesia. Simón hecho Pedro se convierte en Vicario de Cristo y en patrimonio universal.
Por lo dicho, la Iglesia es una institución única en su género, pues contiene elementos humanos y divinos. Es mucho más que una sociedad o un estado (el del Vaticano), por eso se equivocan quienes la ven y la juzgan con criterios sólo humanos o sociales. Es mucho menos que una comunidad puramente espiritual y se equivocan quienes la juzgan sólo con criterios angelicales. Ciertamente Jesucristo está en ella, y la anima y dirige el Espíritu Santo, pero la integramos seres humanos, santos y pecadores.
DOMINGO XXI
DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David
Lectura del libro de Isaías 22, 19 – 23
Así dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio:
Te echaré de tu puesto,
te destituiré de tu cargo.
Aquel día, llamaré a mi siervo,
a Eliaquím, hijo de Jilquías:
le vestiré tu túnica,
le ceñiré tu banda,
le daré tus poderes;
será padre para los habitantes de Jerusalén,
para el pueblo de Judá.
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David:
lo que él abra nadie lo cerrará,
lo que él cierre nadie lo abrirá.
Lo fijaré como un clavo en sitio firme,
dará un trono glorioso a la casa paterna.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 137, 1-2a. 2bc -3. 6 y 8bc (R.: 8bc)
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tocaré para ti,
me postraré hacía tu santuario,
daré gracias a tu nombre. R.
Por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
aumentaste el valor en mi alma. R.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.
SEGUNDA LECTURA
Él es el origen, guía y meta del universo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 33 -36
¡Que abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué impenetrables sus decisiones y que incomprensibles sus caminos!
¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado algo antes, para que él se lo devuelva?
Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por siempre. Amén.
Palabra de Dios.
Aleluya Mt 16, 18
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará.
EVANGELIO
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que Juan Bautista, otros, Elías, y otros, Jeremías o uno de los profetas.
Él les preguntó:
– Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?.
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
– Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió:
– ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, origen guía y meta del universo.
– Por el Papa, que ha recibido de Cristo la misión de guardar la unidad de la Iglesia y confirmar en la fe a sus hermanos, roguemos al Señor.
– Por los que legislan, gobiernan y juzgan en la sociedad, investidos de poderes, para mejor servir a sus pueblos, roguemos al Señor.
– Por los que admiran a Jesús de Nazaret, como hombre excepcional, y no han recibido el don de la fe en Cristo, el Hijo de Dios vivo, roguemos al Señor.
– Por nosotros, edificados como piedras vivas sobre el fundamento de la fe de los apóstoles, roguemos al Señor.
Señor, Dios nuestro, por tu misericordia escúchanos; no abandones la obra de tus manos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Queridos amigos
El diálogo de Jesús con la cananea (Mt 15, 21-28) es tan interesante que nos lleva a perder de vista el conjunto. En especial, su viaje al extranjero, al distrito de Tiro y Sidón, ciudades puertos del Mediterráneo y centros comerciales cosmopolitas, cuya cultura y religión eran totalmente paganas (lo opuesto al judaísmo). Los evangelios no nos dicen por qué Jesús fue allí ni cuánto tiempo estuvo por allí. Pero podemos tener la plena seguridad de que no fue como turista ni a hacer negocios. El motivo debió estar más bien en sintonía con lo que, antes de subir al cielo, dijo a sus apóstoles: vayan por todo el mundo… (Mt 28, 19).
En la Fiesta de los Reyes Magos (6 de enero), vimos cómo el Padre Dios llama a todos los pueblos, representados por ellos, a acercarse y adorar a su Hijo Jesús. Ahora, dando cumplimiento a la misión que el Padre le confiara, Jesús, precedido sin duda por su fama, va con sus discípulos a algunos de esos pueblos. Un día los apóstoles tendrán que ir a anunciarles el Reino y a ofrecerles la salvación, como Jesús lo hizo en esta ocasión con la mujer cananea y su hija, aunque fueran paganos. “Perros” los llama Mateo siguiendo la costumbre de los judíos, pues solo los hijos (ellos) eran los invitados naturales al Reino.
La fe de la cananea sorprendió gratamente a Jesús, tanto que sanó a su hija. Sin duda le sorprendió también su amor de madre, que no cejó hasta lograr su propósito, así como la agilidad mental y la humildad con las que le respondió. Hay algo más e interesante en el encuentro de la cananea con Jesús. Y es su cambio al contacto con Él. Para ella, Jesús a quien llama “el hijo de David”, era como un mago o taumaturgo con poderes de sanación. Sólo después de hablar con Jesús empieza a verlo con otros ojos (le da la razón) y a esperar por otros motivos (es el Señor, su amo). Cuantos queramos interiorizar y obtener las bendiciones del Señor tendremos que dejar de verlo con los ojos de la carne para verlo con los ojos de la fe.
Comparemos con las nuestras, algunas de las cualidades de la súplica-oración de la cananea: 1. Nace de una necesidad sentida, que urge solucionar (la enfermedad de su hija); 2. Es humilde, siempre en súplica al Señor, aunque aparentemente no le haga caso; humilde, pero con dignidad; 3. Es perseverante, pues pide una y otra vez, sin cansarse y con insistencia; 4. Es valiente, sin respetos humanos ni temor al qué dirán, pues le sigue a Jesús clamando; finalmente, 5. Tiene fe y confianza en Jesús, que al final le otorga lo que desea. ¿Es así como oramos nosotros? Cuánto mejor nos iría…
DOMINGO XX
DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
A los extranjeros los traeré a mi monte santo
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6- 7
Así dice el Señor:
Observen el derecho, practiquen la justicia,
que mí salvación está para llegar,
y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han unido al Señor,
para servirlo,
para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza,
los traeré a mi monte santo,
los alegraré en mi casa de oración,
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios;
porque mi casa es casa de oración,
y así la llamarán todos los pueblos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 (R.: 4)
que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
SEGUNDA LECTURA
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
11, 13- 15. 29- 32
Hermanos:
Me dirijo ahora, a ustedes que son de origen pagano.
Precisamente porque soy apóstol de los paganos, trataré de honrar este ministerio mío, a ver si provoco celos en los de mi raza y logro salvar a alguno de ellos.
Si su rechazo ha significado la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino un volver de la muerte a la vida?
Pues los dones y la llamada de Dios son para siempre.
Ustedes, en otro tiempo, eran rebeldes a Dios: pero ahora, al rebelarse ellos, los judíos, ustedes han obtenido misericordia.
Así también ellos ahora son rebeldes, debido a la misericordia que Dios ha concedido a ustedes para que también ellos alcancen misericordia.
En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.
Palabra de Dios.
Aleluya Mt 4, 23
Jesús proclamaba el Evangelio del reino,
curando las dolencias del pueblo.
EVANGELIO
Mujer que grande es tu fe
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, procedentes de aquellos lugares, se puso a gritarle:
– Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
– Atiéndela, que viene detrás gritando.
Él les contestó:
– Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:
– Señor, socórreme.
Él le contestó:
– No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella replicó:
– Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
– Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, que nos acoge a todos en su casa de oración.
. Por la Iglesia, sacramento de salvación para el mundo, en su difícil misión de llevar el Evangelio a todas las gentes, adaptándolo a las diversas mentalidades y culturas, roguemos al Señor.
– Por el pueblo judío en su difícil diálogo con la Iglesia, roguemos al Señor.
– Por los trabajadores emigrantes, que en diversos países sufre discriminación y vejaciones, roguemos al Señor.
– Por nosotros que hemos sido acogidos por Cristo para compartir el pan de los hijos, roguemos al Señor.
Como la mujer cananea, te decimos: Ten compasión de nosotros, Señor; atiende a nuestras súplicas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Queridos amigos
El evangelio de la travesía del mar de Galilea (Mt 14, 22-33) por los apóstoles, tan llena de peripecias, es como una parábola en acción sobre la iglesia. Conociendo a Mateo y leyendo entre líneas, el relato tiene que ver con las dificultades serias que estaba experimentando la primigenia iglesia cuando Mateo escribe su evangelio -(y que experimenta hoy). La barca en la que van los apóstoles es la iglesia. La travesía del mar, el viaje a buen puerto (el cielo). Las olas encrespadas y los vientos huracanados, son las persecuciones y herejías. Jesús caminando sobre las aguas, es su presencia con nosotros hasta el fin de la historia (Mt 28, 20). Los apóstoles con una fe entre sí y no, es el Pueblo de Dios en marcha, entre vacilaciones, que terminan en adoración al Señor.
Digamos algo de cada una de las dos últimas situaciones, que son como los dos ejes de la iglesia: la presencia activa de Jesús (a través de su Espíritu) y el sentido agónico (en su significado de lucha) de la fe de los apóstoles. Ante todo, la presencia activa de Jesús. Manda a los apóstoles embarcarse y cruzar el mar, mientras Él se queda orando solo en tierra. Uno diría que los abandonó a su suerte -así se sintieron ellos-, pero no fue así. En su oración personal con el Padre, está pensando en ellos, en sus apuros, tanto que deja la oración y va a su encuentro, a ayudarles. (Preguntémonos de pasada si nuestra oración es tan “encarnada” o realista como la de Jesús, y se concreta en resoluciones prácticas. Dejar a Dios (la oración) por Dios (la ayuda al prójimo), como decía S. Vicente de ^Paul.
Digamos algo sobre el sentido agónico (de lucha) de nuestra fe. Cuando los apóstoles empezaban a saborear el éxito de la multiplicación de los panes, ¡zas!, se les complica la vida: tienen que hacerse solos a la mar, una repentina tormenta empieza a encrespar las olas… Y de repente, un fantasma, alguien como un fantasma caminando sobre el mar hacia ellos. Ni se calmaron cuando Jesús les dijo: “no tengan miedo, soy Yo”.
Es fácil creer en Jesús cuando las cosas marchan bien y nos sentimos a gusto. Lo difícil es creer cuando la dificultad se hace mayor que nuestra confianza en Jesús y sobreviene la noche oscura del alma. Entonces sólo el grito de Pedro -“¡Señor, sálvame!”-, podrá salvarnos. Un grito-oración como el de Pedro o el grito-oración de la Iglesia, que Pedro representa. Será bueno recordar que después de la tormenta viene la calma. Que después de la duda sincera viene la adoración: “en verdad, Jesús, eres Hijo de Dios”
DOMINGO XIX
DEL TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Ponte de pie en el monte ante el Señor
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 9a. 11- 13a
En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo:
– Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!.
Vino un huracán tan violento que hacía temblar las montañas y hacía trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego: pero el Señor no estaba en el fuego.
Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se quedó de pie a la entrada de la cueva,
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 84, 9ab-10. 11 -12. 13 -14 (R.: 8)
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.
SEGUNDA LECTURA
Quisiera ser excluido por el bien de mis hermanos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 9, 1-5
Hermanos:
Les hablo con toda verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un excluido de la compañía de Cristo.
Ellos descienden e Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas.
Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Aleluya Cf. Sal 129, 5
Espero en el Señor,
espero en su palabra.
EVANGELIO
Mándame ir hacia ti andando sobre el agua
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús ordenó a sus discípulos subieran a la barca y se le adelantaran a la otro orilla, mientras él despedía a la gente.
Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.
Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de la tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
– ¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!
Pedro le contestó:
– Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.
Él le dijo:
– Ven.
Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró
miedo, empezó a hundirse y gritó:
– Señor, sálvame.
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
– ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?.
En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo:
– Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Palabra del Señor
Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios.
– Por la Iglesia, que en los días del Concilio volvió a las fuentes, como Elías al Sinaí; para que prosiga con ánimo el camino emprendido, roguemos al Señor.
– Por el pueblo judío –por él nos vino el Mesías Cristo-; para que llegue a reconocer en Jesús de Nazaret al Hijo de Dios Salvador, roguemos al Señor.
– Por los que tienen miedo, los que vacilan en su fe; por nosotros mismos; para que recobremos la confianza en Jesús, Señor de la Iglesia, que camina sobre el oleaje, roguemos al Señor.
Queridos amigos
El evangelio de hoy nos lleva a contemplar la Transfiguración del Señor (Mt 17, 1-8). Nos hace subir al monte Tabor con los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, y nos hace ver cómo Jesús va cambiando de apariencia, Él y su ropa. “Su cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz”. Un nuevo asombro: “… Moisés y Elías, en persona, están hablando con Jesús”. ¡Quedémonos aquí para siempre!, grita Pedro, extasiado y como fuera de sí. Esto es el acabose, piensa cuando caen en tierra al oír la voz de Dios desde la nube. La Transfiguración de Jesús la traen también, con ligeras variantes, Mc (9, 2-10) y Lc (8.28-35). Y la han analizado, desde todos los ángulos, miles de biblistas y comentaristas, de todos los tiempos y lugares, lo que nos habla de su importancia.
Para Jesús la Transfiguración entraña ante todo dos cosas: 1, es la mayor de sus epifanías o revelaciones de quién es Él, y 2, es un anticipo de su resurrección y gloria en el cielo. 1. Epifanías de quién es Jesús hay muchas y elocuentes en los evangelios, pero la de la Transfiguración es integral, ya que manifiestan quién es Él: la naturaleza (al poner a su disposición las leyes físicas); la historia (al presentarse como sus servidores el Gran Moisés, amigo de Dios y pastor de su pueblo, y Elías, el gran profeta y refundador de Israrel); y el Padre Dios (al ratificar que Jesús es su muy querido Hijo y que hay que escucharle = cumplir lo que Él diga). 2. La otra cosa que la Transfiguración entraña es que es una anticipación y pregusto de lo que Jesús será y cómo parecerá al resucitar y estar en la gloria de Dios Padre. Gloria con la que vendrá y le veremos en su segunda llegada.
En relación con nosotros Jesús se transfigura; 1, para animar y reforzar nuestra fe, que a veces tambalea; 2, para darnos ejemplo de cómo también nosotros podemos cambiar y transformarnos, y 3, para hacernos ver que un día brillará la luz que somos y que ahora está opacada por el cuerpo. Voy a referirme sólo al efecto nº 1 de la Transfiguración
Unos días antes de su Transfiguración, Jesús había anunciado a los apóstoles y a la gente que se acercaba su fin: que las autoridades judías lo iban a matar…, que habría de sufrir mucho (Mt 16,21). La noticia conmocionó tan negativamente a los apóstoles, a Pedro en especial, que Jesús sintió la necesidad de hacer algo extraordinario para revertir la situación. Algo que, cuando pasase lo peor (su pasión y muerte en la cruz), recordasen más allá de las apariencias, quién era realmente Él. Algo que reafirmase su (y nuestra) fe y confianza en Jesús, pese a todo. Ese algo fue la Transfiguración, que fundamenta nuestra fe en Jesús por encima de todo.
La Transfiguración del Señor
Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios.
Salmo Sal 96
R/. El Señor reina, altísimo sobre la tierra
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta de Pedro (1,16-19):
Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo amado, mi predilecto.» Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor
Queridos amigos:
Como ustedes saben Jesús habló del Reino de Dios en Parábolas. Nunca lo definió, pero, sí, de un modo sencillo, como quien cuenta historietas, nos fue dando algunos detalles del mismo. Según lo dicho en los dos anteriores domingos, el Reino de Dios se nos presenta pequeño en un principio (“grano de mostaza”, “puñado de levadura: Mt 13, 31-33), lleno de buenas semillas (“sembrador”: Mt 4, 1-8`), poblado por buenos y malos (“el trigo y la hierba mala”: Mt 13, 24-30.36-43). A estos detalles del Reino hay que añadir los que Jesús nos dice en el evangelio de hoy (Mt 13, 44-52), al comparar el Reino de Dios con un tesoro, una perla preciosa, una red barredera y un arcón. Veamos someramente esos detalles.
Las parábolas del tesoro y la perla preciosa nos aseguran que el Reino de Dios tiene un valor incalculable. Tan grande que Jesús quiso relievarlo dedicándole dos parábolas. ¿Es tan invalorable para nosotros? Resulta increíble que poseyendo un tesoro tan grande o una perla de tantos quilates, no saltemos de contento ni nos sintamos como millonarios ni lo protejamos para no perderlo. Sin duda, nuestra desgana y desmotivación de cristianos, nuestras flaquezas y caídas, se deben a que el Reino de Dios no tiene en nosotros el mordiente que debiera, el atractivo y la seducción que merecen.
La parábola de la red barredera, que recoge toda clase de peces, pareciera apuntar a lo mismo que la del “trigo y la hierba mala”: en el Reino de Dios hay toda clase gentes… Jesús quiso insistir en este punto y en la idea de que los buenos tienen que servir de ejemplo a los malos. Por lo que hace una red barredera, la parábola nos estaría diciendo que el Reino de Dios no discrimina a nadie a la hora de “pescar…” Como las redes barrederas, “los pescadores de hombres” (los apóstoles y nosotros) tenemos que recoger toda clase de peces y de cosas… La selección la harán Dios y sus ángeles en el juicio.
La parábola del arcón (Mt 13, 52) la solemos pasar por alto, pero es de la mayor importancia, sobre todo en nuestros días. Nos dice que el Reino de Dios es para todos los tiempos y circunstancias. En su arcón (= la Palabra de Dios y la Tradición) hay de todo lo que necesita el mundo en cada época. Corresponde a los cristianos sacar del arcón lo que más conviene. En la nuestra, cuanto, por ejemplo, se refiere a la dignidad de la persona, a la verdad y la libertad, al valor de la vida, a la Nueva Evangelización…