Según el Diario de Sta. Faustina Kowalska, vidente del Señor de la Divina Misericordia, fue el mismo Señor quien pidió que su Fiesta fuera celebrada en el Primer Domingo después de Pascua. “En ese día, las profundidades de mi misericordia estarán abiertas para todos… En ese día, “quien se confiese y comulgue obtendrá el completo perdón de sus pecados y del castigo merecido” (Diario 699). El 2º Domingo de Pascua fue siempre en la Iglesia un Día Grande, ante todo por ser la octava de la Resurrección del Señor. “Como si ahora hubiéramos nacido…” (1 Pe 2,2).
El evangelio (Jn 20, 19-31) cuenta que, en la tarde del día de su Resurrección, Jesús instituyó el Sacramento del Perdón, que es la inclinación más profunda de Dios al hombre caído (para levantarlo), como dijo San Juan Pablo II. Al Señor Resucitado le cae perfecto el sobrenombre de Señor de la Divina Misericordia, pues es como se muestra después de su Resurrección: Todo Misericordia.
“Rico en Misericordia”, 1º con los apóstoles, al desearles repetidamente la paz. ¡El Shalom (saludo judío de paz y bien), debió sonarles a música celestial! No había reproche (por su huida en el Viernes Santo), sino los sentimientos y los buenos deseos del amigo y Maestro, que les tendía las manos, mientras ellos se iban llenando de alegría, de valor, de ganas de ser verdaderos apóstoles y testigos de su Resurrección. 2º con todos los hombres y mujeres del mundo, al dar a los apóstoles el poder de perdonar, instituyendo para siempre, el Sacramento del Perdón. Memoricemos la cita (Jn 20, 23). 3º con la Iglesia, comunidad de apóstoles y fieles.
Fue el Espíritu Santo, quien resucitó a Jesús (Rom 8,11), dejando una cruz y un sepulcro vacíos. Él lo devolvió a la vida para ser “el Señor”, pero también para ser, entre nosotros “el Señor de la Misericordia”, de modo que atraídos por su amor, no vivamos ya para nosotros sino para Él. Es lo más importante del hecho histórico de la Resurrección y es lo que más conmovió a los apóstoles. Les emocionó tocar a Jesús y saber que era real, pero les emocionó aún más la experiencia de fe que los envolvió y los sedujo. La convicción de que Jesús estaba vivo y, por su amor misericordioso, de nuevo con ellos. ¡¿Quién o qué los podría apartar ya del amor de Cristo?! (Rom 8,35).
Es la clase de experiencia de fe y de confianza en su divina misericordia que tenemos que hacer nosotros: para vivir sin miedo y para cambiar a mejor las cosas. Es la clase de experiencia que ha hecho el Papa Francisco, quien no se cansa de hablarnos de la misericordia de Dios, invitándonos a confiar ilimitadamente en ella.
DOMINGO II DE PASCUA
PRIMERA LECTURA
Crecía el número de los creyentes, tanto hombres como mujeres, que se adherían al Señor.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 12- 16
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a unírseles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos; y crecía cada vez más el número de los creyentes, tanto hombres como mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cubriese a alguno de ellos.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando enfermos y poseídos por espíritus inmundos, y todos quedaban sanos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 117, 2- 4. 22 – 24. 25 – 27a (R.: 1)
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
los bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
Estaba muerto y, ya ves, vivo para siempre
Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9 -11ª. 12 -13. 17 -19
Yo, Juan, hermanos de ustedes y compañero en la tribulación, el reino y la espera perseverante en Jesús, estaba desterrado en la Isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.
Caí en éxtasis en el día del Señor y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía:
– Lo que veas escríbelo en un libro, y envíalo a la siete Iglesias que están en Asía.
Me di vuelta para ver quien me hablaba, y, al hacerlo, vi. siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, y llevaba cinturón de oro a la altura del pecho.
Al verlo, caí a sus pies como muerto.
Él puso la mano derecha sobre mí y dijo:
No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo para siempre, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
Escribe, pues, lo que has visto, lo que está sucediendo y lo que ha de suceder en el futuro..
Palabra de Dios.
Aleluya Jn 20, 29
Porque has visto, Tomás, has creído,
-dice el Señor-.
Dichosos los que crean sin haber visto.
EVANGELIO
A los ocho días, llegó Jesús
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19- 31
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en eso entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– Paz a ustedes.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
– Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo
Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos les decían:
– Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
– Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado. no lo creo.
A los ocho días, estaban los discípulos de nuevo reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
– Paz a ustedes.9
Luego dijo a Tomás:
Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
– ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
¿Porqué has visto has creído? Dichosos los que creen sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, por Jesucristo, su Hijo, resucitado de entre los muertos, que vive para siempre, intercediendo por nosotros.
– Por la Iglesia, comunidad de los creyentes en Cristo; para que lo sea cada día más, y así irradie al mundo entero la alegría de la Pascua, roguemos al Señor.
– Por todos los pueblos, por todas las naciones; para que la paz de Cristo, soplo del Espíritu Santo, apague los odios, disipe los recelos y promueva un orden nuevo de convivencia, roguemos al Señor.
– Por lo que buscan y aún no han llegado a la fe; para que tengan la dicha de poder creer sin, ver, roguemos al Señor.
– Por nosotros, aquí reunidos: para que seamos creyentes, más creyentes, mejores creyentes, roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras súplicas; son la oración de tu Iglesia, reunida en el nombre de tu Hijo Jesucristo, en quien creemos, a quien proclamamos resucitado de entre los muertos, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Queridos amigos:
Domingo de Ramos da inicio y resume en su celebración a la Semana Santa con su Triduo Sacro (Jueves, Viernes y Sábado Santos). Como recordarán, los dos componentes esenciales del Misterio Pascual, que celebramos en esta semana, son la Muerte y la Resurrección de Jesús. El evangelio de la bendición de los ramos y entrada triunfal de Jesús en Jerusalem (Lc 19, 28-40), celebra el éxito del Señor, que llegará a su clímax en el Domingo de Pascua con la Resurrección. El evangelio de la misa que sigue a la procesión de los ramos -evangelio de la Última Cena (Lc 22, 14-23.56)-, cuenta el aparente fracaso de Jesús, que, unos días después, se concretará en su Pasión y Muerte.
Domingo de Ramos es un día tristealegre: alegre por las cosas que de hecho pasan y triste por las consecuencias que se presagian. Hoy es hoy, viene a decir Jesús, y aunque sabe muy bien todo lo que le espera, quiere darse un día de gloria, como lo hizo en la Transfiguración (Mc 9, 2-10). Un día que sea al mismo tiempo una gran y nueva oportunidad para que su pueblo recapacite y lo acepte como el Mesías esperado. Estaba escrito que el Mesías entraría en Jerusalén montado en un borriquillo (= un cadillac de hoy), entre gritos de júbilo y agitar de palmas (Is 62,11; Za 9, 9). Es lo que hace Jesús, con harto escándalo de los fariseos, que le reprochan el hacerse pasar por el Mesías, y le exigen que haga callar a la gente que le aclama. La respuesta de Jesús no se hizo esperar, tajante: “si estos callan, gritarán las piedras”.
Desde entonces los cristianos venimos celebrando esta entrada triunfal de Jesús en Jerusalem. Una buena ocasión para reconocerlo como nuestro Rey y Señor. Una buena ocasión también para vivir con las actitudes que nos muestra: 1. Hacer las cosas que tenemos que hacer, sin temor a lo que vendrá; 2. Dar siempre a los demás oportunidades para el cambio; y 3. Manifestar públicamente nuestra condición de cristianos.
Las palmas y ramos hacen que este domingo se llame de Ramos. Los elevamos y agitamos para manifestar públicamente nuestra fe (que se vea) y para mostrar comunitariamente nuestra caridad (que se sienta). Los bendecimos para que se conviertan en un sacramental, es decir en signo sensible de nuestra fe en el Señor y de su favor por nosotros. Es por ambas cosas que los colocamos detrás de la puerta de la casa, para que el Señor la defienda y nos defienda; y para que recordemos nuestros compromisos.
DOMINGO DE RAMOS
EVANGELIO PARA LA PROCESIÓN DE LAS PALMAS
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 28- 40
En aquel tiempo Jesús acompañado de sus discípulos caminaba delante, subiendo a Jerusalén.
Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:
– Vayan al pueblo que está enfrente; al entrar, encontrarán un burrito atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta:
“¿Por qué lo desatan?”, contéstenle: “El Señor lo necesita”.
Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el burrito, los dueños les preguntaron:
-¿Por qué lo desatan?
Ellos contestaron:
-El Señor lo necesita.
Luego llevaron el burrito adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, le ayudaron a montar.
Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos.
Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo:
– ¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor!
Paz en el cielo y gloria en las alturas.
Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron:
– Maestro, reprende a tus discípulos.
Él replicó:
– Les aseguro que, si estos callan, gritarán las piedras.
Palabra del Señor
LECTURAS MISA
PRIMERA LECTURA de Isaías 50, 4 -7
Mi Señor me ha dado una lengua de discípulo,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me despierta el oído,
para que escuche como los discípulos.
El Señor me abrió el oído.
Y yo no me resistí ni me eché atrás:
ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que tiraban mi barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como roca,
sabiendo que no quedaría defraudado.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 21, 8- 9. 17-18ª. 19-20. 23-24 (R.:2ª)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen muecas, menean la cabeza:
Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere. R.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R
Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme, R.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo;
linaje de Jacob, glorifíquenlo;
témanlo, linaje de Israel. R.
SEGUNDA LECTURA de la carta a los Filipenses 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor
Para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
PASIÓN DE NTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS
(ESCUCHAR SU PROCLAMACIÓN)
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, que por nosotros entregó a su Hijo Jesús a la muerte y lo levantó sobre todo, mediador nuestro,
– Por la Iglesia, que sufre en sus miembros, que quiere hacer suyo el sufrimiento de toda la humanidad; para que sepa decir al abatido una palabra de aliento, roguemos al Señor.
– Por la unión de las Iglesias; para que el sacrificio de Cristo nos reúna en la unidad a los hijos de Dios, dispersos, roguemos al Señor.
Por los enfermos, los moribundos y todos los que sufren; para que apurando el cáliz de la pasión, a semejanza de Cristo paciente, tengan la firme esperanza de participar con él en su gloria. roguemos al Señor.
Por nosotros, que nos disponemos a celebrar la Pascua del Señor Jesús; para que su muerte y resurrección se cumplan en nuestra vida, roguemos al Señor.
Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, que conmemora la pasión de tu Hijo, para que se cumpla siempre tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
RECOMENDACIONES
Indulgencia Plenaria, aplicable a los difuntos, se puede ganar cada día de la Semana Santa, participando ante el Santísimo en las celebraciones de esos días. Las condiciones acostumbradas son: comulgar, previa confesión si fuera necesario, y rezar un padrenuestro y avemaría por las intenciones
Queridos amigos:
El evangelio de “Jesús y la mujer adúltera” (Jn 8, 1-11) es un hecho de vida que está lleno de enseñanzas, pues pone de relieve el machismo judío, el amor compasivo de Jesús y su sabiduría salomónica, la primacía del perdón, y, sobre todo, la primacía de la persona humana, cuyo valor está por encima de las instituciones, los gobiernos y las leyes, que deben estar al servicio del hombre y de la mujer, y no al revés. Es lo que no se cansó de enseñarnos Jesús (Mc 2,27) y enseña la iglesia.
La actitud de Jesús para con la mujer adúltera es totalmente diferente a la de los judíos. Para estos, la adúltera no cuenta como ser humano. Para ellos, mujer y pecado son sólo una buena oportunidad para hacer quedar mal a Jesús, para sacarle un SI o un NO, a como dé lugar. Salomónicamente Jesús no dirá ni SI ni NO, sino algo tan sencillo como “quien esté sin pecado que le tire la primera piedra”. Bastó eso -y lo que Jesús escribía en el suelo-, para que los acusadores se fueran “retirando uno a uno empezando por los más viejos”, como observa Juan irónicamente. Para nosotros, una de las consecuencias de la primacía de la persona humana, es reconocer siempre su dignidad y nunca “utilizar” a nuestros semejantes ni servirnos de ellos en provecho propio.
Otra de las consecuencias de la primacía de la persona humana, es que nos pide ser comprensivos y tolerantes con nuestros semejantes, en especial con los caídos en desgracia, y aceptarlos como son, más allá de sus errores y pecados. Ahora, si queremos imitar a Jesús (y tenemos que imitarlo), tendremos también que quererlos y hacer cuanto pueda ayudarlos. Y todo esto no tanto por virtud cuanto porque son seres humanos. Porque “el hombre es la única criatura terrestre a la que Dios y Jesús han amado por sí mismo” (GS 24); y por sí mismo tenemos que amarla nosotros. Sea lo que sea y tenga lo que tenga.
En el caso de la mujer adúltera, es conmovedor el trato que Jesús le da y el diálogo que sostiene con ella. Vale la pena leerlo (Jn 8,10-11). Y meditar y hacer nuestras las emotivas y consoladoras palabras que Jesús le dirige. Para decírselas a quienes creemos que ofenden y/o nos han ofendido. Mujer (hombre)…, yo tampoco te condeno. Vete, y en adelante no peques más. Hay que estar siempre dispuestos a perdonar, hasta setenta veces siete, dice el Señor (Mt 18,22). Al respecto, este evangelio de la primacía de la persona humana, es igualmente el evangelio de la primacía del perdón. Un perdón que libera y lleva a empezar una vida nueva, feliz y fructuosa. Es lo que Jesús le pide y nos pide con ese Vete y no peques más.
DOMINGO V DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Miren que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo
Lectura del Libro de Isaías 43, 6- 21
Así dice el Señor, que abrió un camino a través del mar
y una senda en las aguas impetuosas;
El que hizo salir a batalla carros y caballos,
con poderoso ejército;
caían para no levantarse,
se apagaron como mecha que se extingue:
No recuerden lo de antaño,
no piensen en lo antiguo;
miren voy a hacer algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notan?
Abriré un camino por el desierto,
ríos en la llanura.
Me glorificarán las bestias del campo,
chacales y avestruces,
porque haré brotar agua en el desierto
ríos en la llanura,
para apagar la sed de mi pueblo, mi elegido,
el pueblo que yo formé
para que proclamara mi alabanza.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 125, 1-2ab. 2cd -3. 4 -5. 6 (R. 3)
y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
Hasta los paganos decían:
El Señor ha estado grande con ellos.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas. R.
SEGUNDA LECTURA
Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte
Lectura del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8- 14
Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia, la que procede de la ley, sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe.
Así podré conocerlo a él, conocer la fuerza de su resurrección, y participar de sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacía la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba me llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Versículo antes del Evangelio Jl 2, 12- 13
Ahora –oráculo del Señor-
conviértanse a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.
EVANGELIO
El que esté sin pecado que tire la primera piedra
Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1- 11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él; entonces se sentó y les enseñaba.
Los escribas y fariseos le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
– Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
– El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
E, inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron retirando uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó sólo Jesús, con la mujer, que permanecía allí frente a él.
Jesús se incorporó y le preguntó:
– Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?
Ella contestó:
– Ninguno, Señor.
Jesús le dijo:
– Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva
– Para que la Iglesia sea a los ojos del mundo signo de esperanza, acogiendo a todos, animando, consolando, roguemos al Señor.
– Para que nuestra sociedad, injusta e hipócrita, que busca lo que la escandaliza y fomenta lo que luego condena, asuma su culpa y procure el remedio, roguemos al Señor.
– Para que los delincuentes y marginados encuentren en todos la ayuda fraterna para salir de su postración, roguemos al Señor.
– Para que no nos creamos sin pecado ni nos erijamos en jueces de los demás, como los acusadores de la mujer adúltera y aprendamos de Cristo a ser comprensivos, roguemos al Señor.
Señor, Dios nuestro, que nos has enviado a tu Hijo a decirnos: “Yo tampoco te condeno, en adelante no peques más”, perdona nuestras culpas, escúchanos, ábrenos a la esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Queridos amigos:
¿Página de un periódico sensacionalista?, es lo que parece el evangelio de este domingo (Lc 13, 1-9), por los dos trágicos acontecimientos que relata: la matanza por los romanos y en el mismo templo de unos peregrinos galileos, y la muerte inesperada de 18 judíos, aplastados por la caída de la llamada Torre de Siloé, mientras probablemente descansaban a su sombra. ¿Castigo de Dios? Tal era la creencia popular en el caso de enfermedades y de muertes súbitas y violentas: un castigo por los pecados personales… Ante la gente que acusa y condena, el comentario de Jesús es terminante y aleccionador. Al final, sus enseñanzas van a concretarse en lo que el evangelio llama la parábola de la higuera que no da frutos (Lc 13, 6-9). Veamos antes algunas de esas enseñanzas.
Ante todo que Dios no castiga en esta vida. ¿¡Castigo, por qué!? , viene a decir Jesús. Muy probablemente ustedes son más pecadores que ellos y aquí están… Hasta suena molesto, pues va contra la esencia de lo que Dios es y la Escritura dice: que es compasivo y misericordioso (2 Cr 30,9; Sal 103, 8-10); que no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva (Ez 18,23). Desde su propia experiencia, pudo haberles añadido: cuando Dios quiso castigar al hombre, envió a su propio Hijo, hecho hombre en mí, a quien hizo maldición por nosotros (Gal 3,13). Puede ciertamente enviarnos algunas pruebas a modo de llamadas de atención y de retos o desafíos, pero nunca castigos que acaben con nosotros (Mt 13, 28-30).
Aprender a leer las cosas que nos pasan y sacar conclusiones para nuestra vida, es la otra buena enseñanza que nos da Jesús. Enseñanza práctica, pues nos la da a partir de los acontecimientos que tienen conmocionada a la gente. Primero en el plano existencial (social, político, laboral) de sus vidas. Estén alertas, les dice, cambien, pues si no ustedes acabarán como ellos. Luego, en el plano religioso y escatológico (la otra vida), su llamada de atención es repetitiva y apremiante. Todos los hombres estamos sujetos a la muerte y al juicio ulterior. Que el Señor nos encuentre como sus amigos.
Tal es el contexto de la parábola de la higuera estéril, con la que Lucas termina el relato. Por favor, léanla, pues es hermosa y decidora. Veamos estas tres cosas: 1. Ustedes y yo somos esa higuera, de la que Dios y la gente tienen derecho a esperar frutos… 2. Se nos venció el plazo y no podemos seguir ocupando el sitio inútilmente, o sólo para lucir nuestro ramaje. 3. Hay alguien (Jesucristo, la iglesia, la abuelita rezadora), que abogan por nosotros, para que se nos dé una nueva oportunidad…